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martes, 20 de septiembre de 2016

El Sanatorio de Marina

Esqueleto del edificio, cerrado desde 2001, alimenta todo tipo de leyendas y rituales relacionados con el más allá.
                                                                       


El aire de la sierra de Madrid dejó de ser en 2002 suficiente excusa para mantener abierto un complejo clínico compuesto por seis edificios, en el que había 120 camas y donde el personal terminó por ser más numeroso que los pacientes. La pureza del entorno fue lo que llevó en 1943 a la Marina a levantar en Los Molinos (Madrid) este sanatorio para tuberculosos. El paso de los saqueadores ha dejado escasos recuerdos del lujo que un día envolvió al hospital de Marina, pero gracias a pequeños restos de mármol, madera y retales de cortinas que han sobrevivido, el visitante aún puede recomponer la lustrosa imagen que la clínica ofreció durante su medio siglo de existencia.

El hospital abrió sus puertas en la época en que aún se internaba y aislaba a los aquejados por tuberculosis. Hasta el sanatorio de Los Molinos llegaban militares de toda España a los que los especialistas consideraban que la limpieza del aire favorecía en su recuperación. Cuando los avances científicos determinaron que estos pacientes no necesitaban permanecer internos, la idea para la que se había diseñado el sanatorio perdió sentido y se especializó en neumología.

Tras su clausura el centro quedó prácticamente sin vigilancia, explica el regidor, y fue en ese periodo en el que se convirtió en blanco del vandalismo y el pillaje. El sistema de calefacción y refrigeración instalado apenas seis meses antes del cierre de la clínica era un suculento pastel para los ladrones. El dato de que las instalaciones fueran remodeladas poco antes de su clausura da idea de lo precipitado de su cierre. “No se lo esperaba nadie”, coincide el regidor.

Con el edificio cerrado, algunos se han empeñado en buscar fenómenos paranormales entre sus paredes. Internet está plagada de rumores que presentan el antiguo hospital como una casa encantada. Aficionados a lo mágico y lo morboso han entrado al sanatorio para cubrir los muros de pintadas que invocan al demonio y avisan de la presencia del espíritu de una niña que recorre los pasillos desiertos.

Las bañeras han desaparecido de las habitaciones individuales, todas salvo una, que descansa en un lugar tan improbable como la capilla. En la última planta, el suelo de la estancia que albergó la farmacia ha quedado cubierto por documentos con los pedidos de suministros. Nadie se encargó de guardar todo este material cuando el personal abandonó el edificio para ser reubicado en otros hospitales.
Una lámpara de quirófano sin bombillas es el único testigo de lo que fueron dos salas de cirugía que se habilitaron casi al final de la existencia del hospital, en los años 90. Mariano Hernández, vecino de Los Molinos, de 84 años, pasó casi 40 años trabajando como encargado de mantenimiento. Vio pasar a 27 directores. “Estaba todo limpísimo, porque lo llevaban las monjas y ya se sabe que ellas en cuestiones de limpieza mandan mucho”, bromea.
Este año el único uso que han tenido las instalaciones son unas prácticas de los bomberos. No hay más actividades programadas. El hospital de Marina seguirá esperando un proyecto que lo resucite.
Este es nuestro amplio reportaje fotográfico de nuestra visita al sanatorio de la Marina

                                                                           








































                                           

sábado, 23 de abril de 2016

Roma 23/04/2016



Roma es la ciudad con la más alta concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo;su centro histórico delimitado por el perímetro que marcan las murallas aurelianas, superposición de huellas de tres milenios, es la expresión del patrimonio histórico, artístico y cultural del mundo occidental europeo. En 1980, junto a las propiedades extraterritoriales de la Santa Sede que se encuentran en la ciudad y la Basílica de San Pablo Extramuros, fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Roma es el corazón geográfico de la religión católica y la única ciudad del mundo que tiene en su interior un Estado extranjero: el enclave de la Ciudad del Vaticano, Estado Pontificio bajo el mando del poder temporal de los papas. Por tal motivo se le ha conocido también como la capital de dos Estados.